domingo, 23 de agosto de 2015

Llamemosle "el más allá"

Las velas se han vuelto a apagar. De nuevo estoy sola en el mismo edificio que siempre. La oscuridad va llegando cada vez antes y las calles van encendiendo sus luces mientras la luna sale cada noche. Hace tanto tiempo que no hablo con nadie que ya estoy acostumbrada a que las personas a las que le hablo no me contesten. Me siento muda en un mundo de hablantes. De todas formas también hacia mucho tiempo que nadie me visitaba. No es que se hubieran olvidado de mi, es simplemente que no sabian que me hallaba alli. Eso es lo mas triste. El desconocimiento. 
Creo que es principio de Julio, hay mucha gente en las calles y los oigo desde dentro. Se les ve felices. Me siento donde siempre y veo como anochece pero no puedo sentir la brisa que viene desde mar adentro, no puedo oler la sal. No puedo sentir absolutamente nada. En mi mundo no podemos sentir ese tipo de percepciones corrientes mundanas. Se hace de noche y veo como un coche aparca cerca de lo que es ahora mi casa y de él bajan cinco personas. Al verlas siento algo, siento algo en lo que solía ser yo...esperanza, quizás. Bajo hacia la primera planta dejando las puertas abiertas a mi paso y me situo junto a una pared esperando a que no pasase nada. ¿Porque debería volver a intentar contactar con estas personas? No me oirán, no me verán. Soy invisible para ellos y para el mundo. 
Les miro con envidia cuando pasan por delante de mi y sin quererlo pronuncio un: "hola"
Una de las chicas que esta en el grupo se para y se gira. Tiene miedo pero lo mas importante es que sabe que estoy ahí. Me siente cerca. Casi puede escucharme con claridad.