12 de Septiembre de 1985,
Eran mas o menos las nueve de la noche. Hora de dormir de la pequeña Samantha Johnsonn, pero su padre aún no había aparecido por su dormitorio. Cada noche el señor Johnsonn iba al cuarto de su hija, la arropaba, la besaba y le deseaba buenas noches. Pero eso noche no ocurrió.
Los ojos de la pequeña niña de solo 10 años de edad se estaban cerrando poco a poco causa del sueño, pero ella no podría dormir si su padre no iba a verla. Se armó de valor y fuerza y tras unos minutos en la más silenciosa de las casas del vecindario, se levantó de su cama, cogió su conejito celeste de peluche y se dispuso a buscar a su padre por la casa. Arastrando los pies se presentó en el salón, con esperanza de que su padre se hubiera quedado dormido en el sofá. Pero allí no había nadie.
Anduvo arrastrando a su pequeño peluche por el suelo hasta la cocina, deseando que su padre estuviera cenando aún. Pero allí no había nadie.
Samantha se dispuso a esperar a su padre en el salón ya que se dió cuenta de que en su cuarto pasaría miedo. Al poco tiempo, sus ojos empezaron a cerrarse de nuevo.
De repente, Samantha oyó el chillar de unos neumáticos en la calle y sus ojos de abrieron de par en par. ¿Papá?
Salió corriendo de la casa como si supiera con certeza que su padre estaba fuera de ella. Salió justo a tiempo para ver a un hombre ser empujado desde el interior de un coche hasta la acera, donde cayó cuan largo era. La niña se encontraba en la puerta de su casa, de pie observando las oscuras calles que solamente se teñían de las luces de un par de farolas que ni iluminaban bien. Otro hombre de aspecto más alto y ancho que el hombre que yacía en el suelo salió de la puerta principal del coche y se puso frente a este. Del bolsillo de su chaqueta sacó una pistola y apuntó al hombre del suelo en la frente. Samantha sabía que ese hombre que en poco tiempo tendría una bala entre ceja y ceja era su padre pero el miedo la paralizaba.
El hombre que se encontraba de pie dijo:
"Ha llegado tu hora Bob, esto te pasa por no cumplir tu palabra con nosotros"
De inmediato el sonido de la pistola sonó y recorrio desde la calle de ese pequeño barrio de Boston hasta las venas de la hija del asesinado. El hombre debió darse cuenta de la presencia de la niña pues de volvió y la miró.
"Tu no has visto nada" dijo. No iba a matar a una niña de 10 años. No al menos esa noche.
Samantha vio como el hombre volvía a meterse en el coche, cómo el coche se alejaba por la carretera y vió como su niñez se esfumaba con un simple apretar el gatillo.
Samantha juró venganza.