sábado, 29 de octubre de 2011

Abrazos que no se olvidan.

¿Quien no ha abrazado a alguien y ha sentido que no quiere desprenderse de ese abrazo nunca? 
¿Quien no ha sentido tan cercana a una persona como para ver su alma? 
¿Quien no ha echado de menos a esa persona especial nada más irse?
Porque hay abrazos que no se olvidan, hay momentos que no pasan al olvido, hay miradas que no se dejan de sentir en el corazón, hay caricias que te dejan sin aliento, hay besos que desearías tenerlos a cada instante, hay personas tan especiales que son imposible de olvidar. 
Porque hay vidas que se encuentran en puntos remotos del planeta y marcan el presente y el futuro de muchas personas, o al menos de la mía. 

Olvidos olvidados

Catorce de diciembre de 1994. Nada mas levantarme miré un calendario que encontré frente mi cama. Parece viejo y los días anteriores a hoy están tachados, señalando que pasan los dias poco a poco. Me siento estraña, una mujer acaba de salir por la puerta del cuarto en el que em encuentro. Al parecer hace tres años tuve un accidente y mi memoria a largo plazo se estropeó. No puedo recordar nada que haya pasado ayer, ni desde el día del accidente. Al parecer esta mujer me habla sobre esto cada mañana. Cada día, cada semana, mes y año. Un hombre con bata blanca azulada entró en mi cuarto y me trajo un plato con comida, creo que son tostadas. Debería desayunar, pero no tengo hambre, últimamente nunca tengo hambre. Solo tengo ganas de sentarme al lado de la ventana, con un libro apoyado en su alfeizar y leer de él todo lo que pueda, que mañana no recordaré en absoluto. Lo único que quiero es leer mi libro con tapa verde y un conejo blanco en la portada.
Cuando el reloj dió las tres de la tarde el mismo hombre de bata blanca entró y me dijo que tenía visita. No quiero verla, solo quiero leer y contemplar como las hojas de los árboles se tiñen de blanco bajo la espesa nieve invernal.Pero creo que lo mínimo que puedo hacer por alguien que me recuerda, aunque yo no lo haga, es verla.
Era una mujer, me hizo sentarme en una de las mesas de un lugar que parecía como un salón principal y me explicó que venia aquí todos los días desde el accidente. No recuerdo su rostro, no me suena su imagen, no recuerdo sus movimientos, su olor, sus ojos, la sensación que tengo al estar junto a ella. No la recuerdo. No sé quien es...
Solo viene a verme para intentar que mi cerebro respondiera a alguna especie de memoria, de estímulo y la recordara por fin, dijo.
Sacó un tablero de ajedrez y empezamos  a jugar. Sé jugar al ajedrez. Ella me habla como si la conociera de toda la vida, aunque a veces sonreía con tristeza y sé que en algún lugar de su corazón me echa de menos. Me dejó ganar, eso sí lo se con certeza. No recuerdo si lo hace siempre, pero esa vez lo hizo y me sentí bien.
Sonreí y al felicitarme empezé a pensar sobre mi futuro, algo que no recuerdo haber pensado antes ni a que conclusión llegé. ¿Me pasaría aqui el resto de mi vida? ¿Que me espera mañana? ¿Más partidas de ajedrez con una desconocida que habla sobre mi pasado como si me conociera de siempre? Entonces caí que nunca podría terminar el libro que tantas ansias tengo de empezar. Ese libro que se titula "Alicia en el país de las Maravillas" que siempre encuentro en mi mesita de noche cada mañana al despertar. Quiero leer y ver el mundo, pero me temo que eso será imposible.
Caeré en el olvido, con mis olvidos olvidados.
EStuve conversando con esa mujer un par de horas más y cuando me dijo que tenía que irse, sacó del bolso una foto. No sabía si debía mirarla o no. No sabía si yo salia en ella. Pero mi mano cogío aquella foto y observo a una mujer que sostenía una niña pequeña en brazos. Sonreían. Sus sonrisas me hicieron imitar ese movimiento de boca. Me sentía con ganas de llorar sin saber porqué ni quienes eran esas personas. Solo lo hize.
Volvi a mirar a la mujer que se encontraba sentada frente mía, me agarro la mano con los ojos impregnados en lagrimas y me susurro con una sonrisa: hasta mañana, mamá. Te quiero.
Una lágrima cayó por mi mejilla y volví a mirar a la foto que aún sostenía entre mis manos y sonreí. Ya que un olvido nunca es tal, si queda una mínima persona que te recordará más allá de la muerte. Más allá del tiempo. Más allá del pasado, del presente y del indeciso y juguetón futuro...


-LMC

miércoles, 26 de octubre de 2011

Hermanos

L.V.R. y G.V.M... Puede, y es lo más probable, que no conozcas a estas personas, pero para mí son un mundo.
Han estado a mi lado desde hace como cuatro o más años, y nunca, jamás me han fallado. Son de las pocas personas que puedo confiar en ellas, contarle mis secretos, mis sentimientos, mis emociones y mis sueños, mis mentiras, mis verdades, mis problemas y mis amores... Todo.
Lo son todo. No sé que haría una semana sin ellos, sin esos viernes de desfase que nos pegamos, sin esas risas en clase o en el patrio, sin esas peleas tontas, sin hacer el gilipollas, sin momentos... que aunque parezcan absurdos y apenas vividos... yo los siento dentro.
Cada sonrisa, cada carcajada, cada palabra, cada foto, siento que es sincera, siento que, aunque me lo hayáis demostrado muchas veces, que no me fallareis, que siempre ahí estaréis, que os echaré de menos si algun día os vais de mí, que... con tantos años que han pasado, y tantas experiencias que juntos superamos... ¿cómo queréis que no os llame hermanos?

lunes, 24 de octubre de 2011

What must I do?

Que hacer cuando sabes que todo está perdido?
Cuando aunque por mucho que luches no habrá un: quien lo sigue lo consigue?
Cuando le ves conectado y lo unico que quieres es saltar a decirle todo lo que sientes, pero sin asustarle?
Que haces cuando sientes más de lo que puedes controlar?
Cuando le ves y tu corazón hace que adelantes un solo paso con la intención de que venga a besarte con las mismas ganas que antes. con más pasión, mas amor, más sentimiento.
Cuando te tiras horas y horas pensando en su ausencia, en su voz, su mirada, los susurros que te daba, las risas que compartisteis, los lugares, momentos, sentimientos...
Y ahora, con ganas de llorar por no tenerle, por saber que nunca le tendré, por saber, que aunque me cueste aceptarlo la realidad está ahí, y de ahí no se va a mover, con el corazón a mil, declaro que me haces daño, aunque te diga lo contrario solo por el hecho de poder tocar tus labios... una noche de verano, perdidos bajo un arbol.

-LMC

sábado, 22 de octubre de 2011

Manipulaciones

De nuevo frente a frente con el ordenador. Con las lagrimas a punto de estallar de los ojos. Con los dedos temblorosos. Con el corazón en un puño. Roto. Sin saber un que o un porque de lo sucedido. Sin saber si de verdad fuimos amigos. Sin saber si tu quisiste hacerlo. Sin saber quien te obligo a ello. Sin saber porque siempre me pasa igual. Sin saber porque ha sido contigo. Sabes que? Olvidame, si es lo que deseas. Si crees que no te ofrecí nada estos años, que no compartimos risas ni llantos, que cuando te veo no voy a tener la impotencia de gritarte: penco... te quiero, siempre lo hize... Si crees que todo cuanto conocías de mi era mucho, andas equivocado...

martes, 18 de octubre de 2011

Confesiones

Una ves más sentada, con mi guitarra a cuestas, con el ordenador frente mía, con mil palabras asomando se desde los rincones del corazón, sin saber ni como ni cuando salir a la luz.
Con las manos rozando y apretando las teclas de este mecanismo electrónico que intenta que plasme mis sentimientos en un blog, en una red social, intentando que ordene mis sentimientos frente a un ordenador, en mi cabeza, en mi corazón...
Con las rodillas temblando ya que cada palabra, cada frase, cada punto, cada renglón estoy con una imagen en mi cabeza, en mi corazón.
Con una imagen difusa, confusa, que parecería neblina en una fría noche londinense, una imagen que no recuerdo con claridad, unos sentimientos que siento tan dentro mía que en ocasiones me gustaría volver a sentirlos...
Siempre, para que mentirnos. Para que negar un hecho que se cocía en mi interior desde aquel dia, aquella noche, aquel momento que te conocí. Que tus ojos, tus preciosos iris miré, aquel día que tu voz oí, que se impregno mi corazón de tu fragancia, de tus confesiones, tus risas...
No me olvides, pues yo no podré hacerlo. Lo sabes.

lunes, 17 de octubre de 2011

Quizás fueras tú.

El vagón pareció haber retumbado con algun crater de la vía que nos conducia a mí y a cientos de personas hacia su detino. El traqueteo me despertó. Al abrir mis ojos solo pude ver como aun estaban nublados debido al cansaido que pesaba sobre ellos. Bostecé. Quizás demasiado fuerte, ya que la anciana que viajaba al lado mia suspiró en señal de desaprobación. Me giré al ver la cara de ricachona amargada que tenía aquella mañana. Volví a cerrar los ojos aceptando que no volveria a soñar con aquel sueño precioso que me maquinaba en mi subconsciente. Casualmente iba de él. Hacia mucho tiempo que no soñaba con él. Su mirada, su sonrisa, su olor, sus gestos, sus palabras, sus caricias, sus besos... Hacía demasiado tiempo que no pensaba en él. Y no sabia el porqué. Quizás fuera el olor de la ciudad a la que nos acercabamos. Quizás fueran los sentimientos que aquel olor despertaba. Quizás fuera la añoranza de aquellos momentos cerca de aqui. No sé y nunca supe que fue, pero como una punzada de dolor en el corazón una lagrima cayó por mi mejilla, acariciendola cual pluma, mojándola, haciendo que mi corazón añorará de nuevo las últimas palabras que de sus labios me llegaron. Quizás fuese la caricia que acababa de recibir el libro que sontenía aun en mis manos, el cuál fue uno de sus últimos regalos. Un pequeño libro de Poemas de Bécquer que habia estado leyendo antes, pero no recordé que su dueño antes fue él.
Le gustaba tanto leer. Era uno de sus mayores hobbies. Aún recuerdo aquel anochecer en Londres, en uno de nuestros muchos viajes, que nos encontrabamos en la terraza de una casita rural, cuando me recitaste una frase de Miguel de Cervantes, que decía asi: El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. "Nunca cierres los ojos, Lydia" me dijo aquella noche "no cierres tu corazón a las mayores y más hermosas oportunidades que esta vida nos da. Nunca dejes de leer y viajar, pues eso inclica que soñarás, y una persona que deja de soñar, que deja de interesarse por lo desconocido es una persona psiquicamente muerta" Nunca olvidaré aquellas palabras, ya que meses después, cuanod ya nos hallabamos en nuestra querida patria, él murió. Pero murió soñando, deseando volver a ver un nuevo día o volver a regresar a Londres, donde habia crecido.
Todos estos pensamientos volvieron a mi cabeza mientras recorríamos las afueras de Londres con dirección King's Cross. Ahora es cuando verdaderamente sentía que te tenía cerca de nuevo, que estabas a mi lado, que jamás te marchaste dejandome sola. Sola con tus libros, tus recuerdos, que tambien fueron mios muchos de ellos, dejándome una urna con tus cenizas que debían ser arrojadas en algún lugar de Londres con el propósito, , de que esta pequeña cuidad tenga una minima parte tuya, mucho menos de la que tú tuviste de ella. Una vida entera viajando, descubriendo y amando esta ciudad, tu ciudad.

Corazón de África

Desde siempre me he sentido atraído por las distintas formas de vida diferentes que pueblan nuestro planeta, es por eso que me hice biólogo.
Mi historia empieza cuando fui escogido, junto a otros 19 compañeros, todos los Biólogos Españoles para un proyecto en el archipiélago de Socotra. Se trata de un pequeño archipiélago formado por cuatro islas y dos islotes rocosos que parecen una prolongación del cuerno de África (al sur de la Península Arábiga) y que se separaron del continente hace 6 millones de años. Por ese aislamiento geológico, esperábamos encontrar gran numero de especies endémicas. Nuestro trabajo consistía en analizar la biodiversidad del archipiélago y tendría una duración de un año.
El trabajo fue difícil pero valió la pena. En esas montañas e islas vi muchas de las cosas que harían gritar, reír y llorar a un hombre.
Al cruzar las costas del Cuerno de África, solo nos quedaban un par de horas de vuelo y mi desesperación y mis deseos de comenzar esta experiencia no me dejaron dormir en casi todo el trayecto. Me pasé la noche consultando varios libros comprados, tiempo atrás, en librerías antiguas y olvidadas, al igual que sus libros, mientras mis compañeros se pasaban el trayecto contando anécdotas sobre familiares muertos en África, mosquitos gigantes o simplemente disputando sobre temas banales, en ese momento. Debía estar lo suficientemente informado como para analizar y clasificar toda la biodiversidad que se encontraban es esas islas. A pesar de mis doce años de estudios y especialización en la biodiversidad en lugares con un clima desértico tropical, la idea de poder viajar al lugar que llevaba estudiando toda mi vida me hacia muchísima ilusión. Pero mi ansiedad fue sofocada, ya que en relativamente poco tiempo llegamos a Socotra.
Al llegar no nos esperaba ni mucho menos un comité de bienvenida, es más, solo acudieron a nuestra llegada dos furgonetas de color blanco con un par de personas que decían ser nuestros guías hasta el año que viene. Nos subimos en las furgonetas y en muy poco tiempo volvimos a ver la luz de ese cegador sol rojo que ardía en el cielo de Socotra. Nos hospedaríamos en unas pequeñas cabañas de adobe y paja, las cuales estaban rodeadas de una manada de pequeñas cabañas, similares a las nuestras pero menos exuberantes y más pequeñas, que era lo más lujosas que se podía encontrar allí. Pero lo que más me sorprendo no fue eso, sino la cantidad de niños pequeños que jugaban al rededor de aquellas cabañas. Todos eran de piel oscura y vestían ropa pobre, pero al parecer con un par de piedras, una comba hecha con hojas y una pelota deshinchada les sobraba para pasar jugando toda su infancia. Muchos de mis compañeros rieron al ver esta escena, pero yo sonreí y callé. Un pequeño niño con no más de siete años me vio y me sonrió, con la sonrisa más sincera que he podido ver en mi vida. Su aspecto y su atuendo dejaba mucho que desear, pero no se le puede pedir más a un niño que vive en esas circunstancias, aunque de eso me di cuenta más tarde. Aquella noche dormí como un bebé. Después de pasarme todo el trayecto despierto, mi cansancio llegó al limite y en cuanto deje las bolsas de ropa que llevaba me dormí en la cama de paja que habían preparado un par de mujeres de la tribu, tiempo antes.
Aquella mañana desayunamos a las seis y media, y más bien poco. Pero no había tiempo que perder, la aventura llamaba a nuestra puerta, mejor dicho, a nuestras cabañas. A las siete ya estábamos listos para empezar y nos llevaron a todos a una pequeña isla deshabitada llamada Darsa. Tenía dieciséis kilómetros cuadrados y estaba junto a otra isla llamada Samha. Aquel día solo iríamos a Darsa, en la cual, después de pasarnos allí más de seis horas pudimos clasificar 17 especies de plantas y algas diferentes. A las tres estábamos de vuelta en el “poblado” que es como llamaban la tribu a su hogar. Al volver los profesores nos dijeron que comiéramos algo y que algunos tenían que ayudar a clasificar esas especies en pequeñas cajas de color opaco. Al dirigirme hacia mi cabaña para cambiarme y dejar la bolsa vi una sombra negra que salía de ella como si tuviera miedo. Pero por mucho que se intentara ocultar yo sabía que era aquel niño que vi ayer sonreír. Lo agarré del brazo firmemente pero con sumo cuidado con miedo a romper su débil estructura. El niño era inconfundible. Llevaba una camisa blanca que le venía grande y estaba rota, unos pantalones de color café muy cortos y rasgados y unos zapatos que se le veían los dedos y estaban muy desgastados, pero solo en esa ocasión lo vi calzado. Tenía el pelo rapado y unos grandes ojos risueños. El niño no sostenía nada en sus manos, gracias a Dios, ya que no tenía intención de sermonearle en caso de que me hubiera robado algo. Le pregunté qué estaba haciendo en mi caballa. Él tardo tiempo en contestar, quizás porque no hablara muy bien mi idioma o porque tenía miedo, pero al cabo de unos segundos respondió:
-¿Es usted médico de verdad?- su voz era inocente y risueña
Yo reí mientras negaba con la cabeza.
-No muchacho, no soy médico, soy biólogo, ¿sabes lo que es eso?- en ese momento solté su brazo, pero el niño no hizo la menor reacción a ello.
-No- respondió mirándome fijamente.
-Pues un biólogo es aquella persona que estudia los animales y las plantas ¿entiendes?- no quise meterme mucho en la verdadera definición de lo que era un “biólogo” para no aburrirle.
-Y ¿qué hacéis aquí?- pregunto al cabo de unos segundos.
-Estamos en una misión- dije yo en tono misterioso- tenemos que coger todas las plantitas que veamos y analizarlas antes de un año, y aquí hay lugares muy raros y plantas muy raras también.
El niño siguió mirándome como si fuera una especie de Dios o algo así. Al cabo de un rato decidí preguntar:
-¿Te gustaría ayudarme?-
A esa pregunta no tuvo problema. Me miró con los ojos muy abiertos, y precipitadamente, respondió.
-¿Puedo? ¿En serio?-
-¡Claro! ¿Quien mejor que un habitante de estas tierras para enseñarme todo esto?- pregunte agachándome un poco para poder mirarle a los ojos.
No hicieron falta más palabras, con una sonrisa cerró el pacto. Pero de repente recordé que no sabía el nombre de mi ayudante.
-Mi nombre es Abdel- dijo después de formularle mi pregunta- ¿y tú?
-Mi nombre es Marcos, encantado de conocerte Abdel- le extendí la mano en signo de confianza pero Abdel no tomó mi mano. Me abrazó.
Aquella tarde la pasamos clasificando las diecisiete especies encontradas por la mañana. El tiempo pasó lento, pero mi ayudante se sentó al lado mío mientras yo le contaba lo que iba haciendo. Abdel me miraba sorprendido por todo lo que le contaba y hacía preguntas continuamente sobre la biología y donde había aprendido tanto. Le dije que de donde yo venía había lugares llamados Universidades, donde podías estudiar lo que te gustara y así, de mayor trabajar en esa profesión.
-¿Y yo podría ir a esas “Uversidades”?- me decía mientras observaba con una lupa un fragmento del árbol “La Rosa del Desierto”.
-Sí, claro que podrás, si de verdad es lo que deseas-
A lo largo de la tarde me repitió esta pregunta unas veintiocho veces. Yo siempre le respondía lo mismo, y él siempre me devolvía una sonrisa de oreja a oreja.
Aquella noche no me podía dormir. Solo pensaba en que me quedaba un año para volver a casa y que ese año lo pasaría con Abdel, pero eso no me importaba. Al poco rato conseguí cerrar los ojos y dormir un par de horas, pero a las seis de la mañana, aproximadamente, una sombra se deslizó desde el exterior hasta mi caballa y me llamó con susurros. Era Abdel.
-Marcos, ¿quieres ver una cosa?-
Al poco rato, Abdel y yo nos encontrábamos escalando una pequeña colina verde. Me dijo que él venía a este sitio todos los días, pues ese lugar le recordaba a su hermana Sharay que murió de gripe hacía un año. Su hermana era lo más parecido a una madre que había tenido Abdel en su vida, ya que su madre murió en su parto y la hermana, que tenía trece años, se encargaba de él. Tras su muerte Abdel buscaba cada noche una caballa en la que hubiera espacio suficiente para uno más, y comía de la poca comida que le daban sus amigos y las ONGs.
A los pocos minutos alcanzamos la cima de la colina y allí vi uno de los paisajes que me quedaron grabados en la memoria durante toda mi vida. Detrás de esa colina se alzaba un acantilado que daba al mar, mientras las primeras luces del alba teñían de color rosa y celeste el cielo y el mar.
-Aquí fue donde me despedí de mi hermana antes de que se fuera con mamá.
Los siguientes meses transcurrieron todos igual. Todos los días veía el amanecer con Abdel, por la mañana iba a las islas y a las afueras de Socotra para analizar especies de plantas y por la tarde clasificábamos y anotábamos los resultados. Cada día era una aventura junto a Abdel. Aquel niño sabía más de su tierra que cualquier libro que pude leer en el viaje. Cada día Abdel me llevaba a un lugar nuevo, y así con el paso de los días y las semanas ibamos descubriendo un trozo más de aquella maravillosa isla, en la que no solo había plantas y algas, sino los recuerdos de un pasado y los sueños de un futuro.
Un día, Abdel me llevó a una cueva donde vivían un par de guepardos con sus crías, otro día me llevo a una cascada en un pequeño valle oculto por entre los árboles de la selva y Abdel me contó que allí casi nunca llovía pero aún así, era donde más agua dulce había en la isla. Otro día me llevo a ver la sabana y a los grandes elefantes y rinocerontes, y otro me llevo a contemplar moscas y aves. Otro día simplemente me invitó a jugar con su pelota deshinchada. Con el tiempo supe que aquel niño me cambiaría la vida, de un modo u otro, pero lo haría.
Abdel dormía y comía conmigo, no se separaba de mi, y todos los día me preguntaba sobre la Universidad, o Uversidad , como la llamaba él. Fueron los momentos más felices de mi vida, y me alegra haberlos pasado con Abdel.
Al séptimo mes de expedición en esa isla africana, Abdel cumplió los ocho años y aquella noche la tribu le preparo una fiesta en su honor, con danzas y cánticos. Recuerdo que con un sándwich y un palito hice un pastel y una vela y le aconsejé que pidiera un deseo.
-Marcos, yo lo único que quiero es estudiar Biología en tu tribu- fue su única respuesta antes de soplar la vela-palo.
Al poco tiempo empecé a notar a Abdel más distante. Siempre iba a la Colina del Amanecer, que es como la llamábamos nosotros, él solo, todas las tardes, y empezó a estar más triste y a desinteresarse por la biología. Una semana más tarde un médico de una ONG que venía mensualmente me dijo que Abdel sufría de tripanosomiasis brucei rhodense, es decir, una enfermedad dada por el mosquito africano tse-tse que pica durante el día y afecta a distintos sistemas corporales. A Abdel empezaron a inflamársele los ganglios linfáticos y a picarle todo el cuerpo.
El día que lo supe fui con él a la Colina del Amanecer. Le dije que estaba malito, pero que se iba a recuperar y que tenía que ser fuerte. Él me miró y me preguntó:
-¿Mi mamá y mi hermana fueron fuertes?- dijo con los ojos enrojecidos.
-Si, hijo, fueron muy fuertes y lucharon por ponerse buenas, pero a veces, cuando eres una persona muy buena, Dios quiere que estés con él- dije con el corazón en la mano.
-Pero yo no quiero ser bueno, yo quiero ir a tu tribu y estudiar en la “Uversidad” contigo, Marcos- contestó mirando al mar.
-A lo mejor te depara un destino mucho mejor que ese, pequeño, en un lugar mucho mejor que este-
Las siguientes semanas estuvimos mucho más juntos que nunca. Abdel se había convertido en mi única familia allí, pero creo que yo significaba mucho más para él, pero aún así ese niño poseía la sonrisa más leal y honorable que he visto en mi vida.
Recuerdo la última semana que pasé con él. Una noche me regalo un colgante de cuero que llevaba colgado un colmillo.
-Es de la cueva de guepardos. Me lo encontré en el suelo- dijo al dármelo- con esto siempre llevarás corazón de África.
Aquel collar hecho a mano fue una muestra de su lealtad y amistad hacia mí y de su valentía ante los rincones oscuros que descubrimos en África. Yo me limité a abrazarle y más tarde le dije:
-Abdel, tu sonrisa es los ojos del mundo- supe que no lo entendería, pero aún así me regaló una de sus últimas sonrisas.
Un par de días después su dolor de cabeza, temblores y dolores musculares ya eran inevitables. Su cuerpo estaba inflamado y no dormía debido al insomnio provocado por la enfermedad. Abdel debía guardar cama, mientras yo discutía con el médico sobre su cura. Él aseguraba que la medicina que le daban no era suficiente y yo deseaba llevarlo a España, donde pensaba que encontraría a un buen médico que le pudiera curarlo. El médico me dijo que no duraría todo el viaje, y que su enfermedad la habían empezado a tratar demasiado tarde. Yo le maldecía y amenazaba cada vez que decía eso, pero no servía de nada, en tal punto de la enfermedad solo se podía esperar.
Su última noche lo llevé a caballito a la Colina del Amanecer. Quería que ese fuera el último lugar que viera y quería despedirme de él.
Lo tumbé sobre mis piernas y le hable:
-Abdel, ¿como estás?- pregunté- ¿te duele mucho?
-Sí- contestó. Al cabo de unos segundos mirando hacía los primeros rayos de sol del día añadió:-¿He sido fuerte Marcos?
Mis ojos estaban empañados y no pude evitar que una lágrima recorriera mi mejilla buscando mi barbilla.
-Si, Abdel, has sido muy fuerte, pero como te dije también eres bueno, y Dios quiere que las personas buenas estén en su reino- mi voz se empezó a entrecortar.
Pasaron unos minutos hasta que Abdel dijo:
-Te esperaré en ese reino, Marcos. Quiero volver a verte.-dijo con los ojos llorosos y la nariz roja, mientras se rascaba la tripa.
-No llores Abdel. Sonríe. Que tu sonrisa ilumina el mundo. Tu sonrisa es los ojos del mundo, ¿lo recuerdas?, eh. No llores Abdel, que si tu lloras el cielo llora también-
-Aquí nunca llueve, Marcos.- dijo con una sonrisa en los labios.
Unos segundos más tarde el sol empezaba a salir entre el mar y a iluminar el cielo.
-¿Ves? Te he dicho que tu sonrisa ilumina el mundo, ¿ves, Abdel?- intentaba darle algún tema del que hablar porque la simple idea de no volver a escucharlo caía sobre mí cual yunque.
-Si- dijo con un hilo de voz.
Miró al cielo y sonrió, y dijo:
-Marcos, gracias-
-¿Por qué, Abdel? Has sido tú quien me ha enseñado la belleza de esta isla, él que me ha enseñado lo que verdaderamente significa la palabra humildad y que con poco se puede vivir como un rey. No des las gracias. He ser yo quien te las de a ti-
Quizás no me oyó, o simplemente uso su último hilo de voz para decirme:
-Gracias por estar a mi lado- y ahí, en ese preciso momento los ojos de Abdel se cerraron y el último gesto de su cara fue una leve sonrisa.
Aquella tarde la tribu enterró a Abdel en la Colina del Amanecer para que, día tras día, pudiera ver como su sonrisa iba iluminando cada vez más y más partes del mundo.
Sé que Abdel me dijo que allí nunca llovía, pero aquella noche llovió. El cielo lloraba su muerte y los truenos gritaban su nombre.
Abdel me cambió la vida. Me abrió los ojos frente a una sociedad mucho menos avanzada que en la que estamos acostumbrados a vivir, en la que la muerte es algo menos natural que en África, donde muere un niño al día en una tribu. Me enseño que un niño puede crecer con únicamente un balón en mal estado y mil y un sueños.
Aquel niño me enseñó que por muy lejos que fuera siempre le recordaría y por mucho que mi memoria empezase a flojear siempre llevaría corazón de África.

Harry Potter, mi pasión

Oh, podrás pensar que soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Selccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
donde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes perteneces a Hufflepuff,
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen al trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allé a sus semejantez.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
[ ]
-Tumbado boca abajo, con la cara sobre la polvorienta alfombra del despacho donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió que no iba a sobrevivir.
-Hay muchos tipos de valentía. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. -Albus Dumbledore-
-La grandeza inspira envidia, la envidia engendra rencor y el rencor genera mentiras.-Lord Voldemort-
-Albus Severus, te pusimos los nombres de dos directores de Hogwarts. Uno se ellos era de Slytherin, y seguramente era el hombre más valiente que jamás he conocido.-Harry Potter-
-No te den lástima los muertos, Harry, sino más bien los vivos, y sobre todo los que viven sin amor. Si regresas, quizá puedas evitar que haya más muertos y heridos, más familias destrozadas. Si eso te parece un objetivo encomiable, entonces tú y yo nos despediremos hasta la próxima.-Albus Dumbledore-
-Seremos fuertes a medida que estemos unidos, débiles a medida que estemos divididos… el don de esparcir discordia y enemistad es muy grande… podemos combatirlo demostrando un lazo de amistad y confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y de idiomas no son nada si nuestros objetivos son idénticos y nuestro corazón esta abierto- Albus Dumbledore-
-Claro que esto sucede en tu cabeza Harry, pero ¿Por qué eso tiene que significar que no es real?-Albus Dumbledore-
-En el mundo de los sueños encontramos un mundo eternamente nuestro; que se sumerja en el más profundo océano que sobrevuele la más alta torre.- Albus Dumbledore-

sábado, 8 de octubre de 2011

Stay hungry. Stay fool

Hace un par de dias, tuve el honor de ver un video que realmente llego muy dentro de mi. Un video que pusieron en clase de Filosofía un día que parecía ser como otro cualquiera. Pero resultó ser el día de la muerte de uno de los hombres más celebres y a los que más debemos de nuestro tiempo. Tanto por lo que izó, por lo que dijo, por la huella ta enorme que ha dejado en la Tierra. Steve Jobs. El inventor de Apple, Pixar, la tipografía en los ordenadores personales y muchisimos más logros. Este hombre paso por el duro proceso de padecer un cáncer. Al parecer lo habia superado, pero no, el cáncer siempre puede con nuestro cuerpo, pero muchas veces no con nuestras ganas de vivir.
En el video que os comento que he visto hace un par de día, era sobre un discurso que dió este señor en una graduación universitaria, en la que habla sobre tres historias de su vida, la primera sobre unir puntos en el pasado. Todo lo que hagas hoy, todo lo que realices por que te gusta, porque amas hacerlo, te va a servir en el futuro para realizar objetivos que ni te habías planteado soñar. No elijas una carrera por las salidas que tenga, no elijas a un amigo por su popularidad, no elijas un libro por su pasta, elije con el corazón porque no hay razón para no hacer caso al corazón.
La segunda historia iba sobre el amor y la perdida. Cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y en ocasiones cuando se cierra una ventana se abre una puerta. En ocasiones lo que nos depara el futuro tras una perdida es mucho mayor al daño que nos causo perder aquella cosa. Cuando algo malo nos pasa, tenemos dos opciones: o hundirnos en nuestro propio sufrimiento y pensar que nunca saldremos de ahi, y que todo es malo y no hay salida, o pensar: ¿y que? sigamos a adelante! Si algo se va de vuestra vida, es para que algo mejor entre. No os conforméis con lo que tengáis, buscad lo que realmente os haga feliz.
La tercera y última historia habla de la muerte. Nos cuenta sobre su experiencia con la muerte y que esperaba estar más décadas sin tener que pasar por lo mismo, por estar tan cerca de la muerte.
Acaba diciendo una de las fases que creo que se quedaran en mi cabeza espero que muchas más decadas: Stay hungry. Stay fool (Sigue hambriento. Sigue alocado)
No te conforme con lo que tienes, no digas: no voy a intentar conseguirlo por miedo, por costumbre, con comodidad, No te conformes con algo que no quieres, no te conformes con una vida que no es la tuya,, no te conformes con un futuro que sabes que no es para ti. Busca las respuestas de tu propia vida, no vivas tu vida a la sombra de los demás, no vivas tu vida siguiendo un prototipo de persona, un prototipo de mentalidad. No dejes de hacer cosas que te gustan por los demás, por que a la mayoria no le atraiga o por "el que dirán".
Si tú no eres tú mismo, ¿quien lo será? No esperes a que nadie te de el empujón, toma las riendas de tu propia vida, a tu manera.
Asi que, amigos: stay hungry, stay fool! :)

P.D: Gracias Steve Jobs, gracias por haberme aportado una pequeña pizca en mi corazón para aprender a luchar por lo que realmente quiero.

http://www.youtube.com/watch?v=uXKku2KYZf0

martes, 4 de octubre de 2011

Cuando todo sale mal

Que hago mal? Que? Saco buenas notas, me recogo temprano, no doy problemas en casa, siempre cedo todo a mi hermana, antepongo los demás a mi misma. Que cojones hago mal? Porque cuando pasa algo la culpa siempre es de Lydia?? SIEMPRE? Porque mis padres no me escuchan? No quieren ver lo que yo veo por tener 16 años? No me quieren escuchar por ser "inmadura"? Pase lo que pase siempre tengo yo la culpa, aunque no tenga que ver. Siempre tengo la culpa.
Y en el momento entre las ganas de tirarte por la ventana y echarte a llorar fuertemente, es cuando mas sola me siento. Cuando me tiro a la cama llorando y pienso que mis padres no están conmigo, mi hermana no esta conmigo, no se con que amigos contar.. quien me queda? Es cuando mas siento que necesito a alguien a mi lado. Puede que suene egoísta sentir esto en estos momentos concretos pero la soledad me puede al estar mal, al ver que no puedes hacer nada contra la opinión de tus padres, cuando sientes que solo escuchando música no estarás solo del todo. Y añádele que en esos momentos es cuando me arrepiento de haber tomado tal alimento, cuando pienso que el viernes salgo por ahí y tendré el mismo aspecto de mierda que el anterior, cuando pienso que mis padres me llaman anorexica y no saben de lo que hablan...
Añadidle eso a una situación en la que no sabes donde meterte.
Y ahora llorando escuchando Avenged Sevenfold, porque asi siento que alguien me habla, que no soy un desperdicio humano, CUANDO TODO SALE MAL, siento que no tengo a nadie a mi lado realmente. A nadie.