Esto no ha cambiado, pero yo si. Y mucho.
Abro este nuevo año de escritura reflexionando sobre la fragilidad.
El cuerpo humano no es más que engranajes perfectamente ajustados, fuerzas luchando por sobrevivir, por protegernos, por no caer enfermos y seguir viviendo, reacciones químicas que hacen posible nuestro buen funcionamiento (a veces) pero...
Mientras duermes junto a él, a su derecha y estás tan colocada que no sabes ni donde estás, ni quien está a tu lado. Lo protegiste. A él, antes de caer en la cama. Recordaste que te importaba. Pero quizá fuera la meta o la cocaína, pues mientras dormía me quedé boca arriba y ahí acabó mi aventura.
Adiós papá, adios Jesse, adiós futuro plasmando ideas en un papel. Adiós vida.
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